Más de 4.000 mujeres asesinadas en América Latina en un año

El informe más reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) junto con el Observatorio de Igualdad de Género revela una realidad alarmante: más de 4.000 mujeres fueron víctimas de feminicidio en solo un año en la región. Este dato, correspondiente al año 2022, marca un trágico récord en los últimos cinco años, subrayando la persistencia y gravedad del feminicidio en América Latina y el Caribe.

Entre los 26 países de la región que proporcionaron datos para el año 2022, se destacan Honduras y la República Dominicana con las tasas más altas de feminicidios por cada 100.000 mujeres. En Honduras, la tasa aumentó un preocupante 30% en comparación con el año anterior. Mientras tanto, países como Cuba muestran tasas más bajas, evidenciando una variabilidad significativa en la incidencia de este crimen en toda la región.

Resulta notable que algunos países han experimentado reducciones en los casos de feminicidio en períodos anteriores, pero lamentablemente, este descenso no se ha mantenido constante. Esta realidad nos insta a analizar las políticas y medidas implementadas para abordar este problema y su efectividad a largo plazo.

Mujeres protestando por los femicidios. Foto: cortesía.

Es alentador observar que en varios países se están tomando medidas para combatir el feminicidio, como la tipificación del delito de homicidio agravado por razón de género. Sin embargo, queda claro que se necesitan esfuerzos concertados y continuos para erradicar este flagelo.

El informe de la Cepal subraya la urgencia de actuar para proteger los derechos y la seguridad de las mujeres en la región. La lucha contra el feminicidio requiere un enfoque multidimensional que aborde las causas subyacentes de la violencia de género, promueva la igualdad y el respeto entre los géneros, y garantice una justicia efectiva para las víctimas y sus familias.

En resumen, el aumento en el número de feminicidios en América Latina y el Caribe es una llamada de atención para toda la sociedad. Es imperativo que gobiernos, organizaciones internacionales, la sociedad civil y la ciudadanía en general se unan en la lucha contra este flagelo, trabajando juntos hacia un futuro donde todas las mujeres puedan vivir libres de violencia y discriminación.