Trabajo decente en Honduras: retos y perspectivas hacia un futuro inclusivo
La lucha por el trabajo decente en Honduras refleja el anhelo de miles de ciudadanos por un empleo que vaya más allá de una simple remuneración
Por Estefany Palma

La búsqueda de trabajo decente en Honduras encapsula las aspiraciones de miles de ciudadanos que buscan no solo una fuente de ingresos, sino un empleo que les ofrezca seguridad, respeto y oportunidades de desarrollo.
Según la definición de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo decente abarca acceso a empleo productivo y remunerado justamente, seguridad en el trabajo, protección social y la libertad para que las personas participen en decisiones que afectan sus vidas.
Sin embargo, en Honduras, las condiciones laborales y los derechos de los trabajadores enfrentan obstáculos considerables. La realidad actual refleja una mezcla de avances y desafíos en los cuales el empleo formal sigue siendo la excepción en lugar de la regla, y donde sectores vulnerables, como las mujeres y los jóvenes, se ven especialmente afectados.
En este contexto, surge una pregunta puntual ¿cómo puede Honduras avanzar hacia un futuro laboral más justo y equitativo basado en los pilares del trabajo decente?
El mercado laboral hondureño está dividido entre el sector formal y el informal, y esta fragmentación tiene consecuencias directas para los derechos laborales. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en Honduras, la tasa de informalidad laboral actual está cerca del 80%, es decir, que ocho de cada diez hondureños que son económicamente activos trabajan en el sector informal, sin acceso a prestaciones sociales o seguridad en el trabajo.
Esta situación contraviene uno de los pilares fundamentales del trabajo decente: acceso a empleo con remuneración justa. La falta de contratos formales y la ausencia de condiciones seguras en el empleo informal dejan a muchas familias en una situación de vulnerabilidad.
A través de la Política Nacional de Empleo, impulsada por la Unión Europea y la Secretaría del Trabajo y Seguridad Social, se ha intentado mejorar estas condiciones con programas de formalización del empleo. Sin embargo, la efectividad de estas políticas ha sido limitada.

En este contexto, sindicatos y organizaciones laborales juegan un rol esencial en la defensa de los derechos laborales, luchando por salarios justos y condiciones laborales seguras. Pero la pregunta persiste: ¿hasta qué punto estos esfuerzos están generando un cambio real en el entorno laboral hondureño?
La inclusión social y la igualdad de género son aspectos críticos en el mundo laboral hondureño. Uno de los pilares del trabajo decente, diálogo e integración social, enfrenta barreras importantes en el país.
Las mujeres ganan menos que los hombres en trabajos similares, lo cual refleja una inequidad que limita su desarrollo y acceso a mejores oportunidades.
Además, las personas con discapacidad enfrentan obstáculos significativos, ya que muchas empresas carecen de políticas inclusivas y adaptaciones necesarias para integrarlas efectivamente en el mercado laboral.
La inclusión de personas con discapacidad es un tema pendiente. Aunque existen propuestas que promueven la igualdad de oportunidades, como la Ley por los Derechos de las Personas con Discapacidad, la realidad es que muchas empresas aún están lejos de cumplir estos principios.
Los esfuerzos en este sentido han sido aislados, y el avance es lento. La Política Nacional de Empleo ha lanzado programas piloto para promover la inclusión, pero el impacto a nivel nacional sigue siendo limitado.
El sector juvenil es uno de los más afectados por el desempleo y el subempleo en Honduras. En 2023, según cifras del INE, 152,614 jóvenes económicamente activos se encontraban en situación de desempleo o subempleo. Además, muchos de los empleos disponibles no cumplen con las condiciones mínimas de calidad, limitando las oportunidades de desarrollo y estabilidad para la juventud hondureña.
Este contexto afecta las oportunidades de desarrollo de los jóvenes e impacta negativamente en el futuro económico del país. Sin acceso a empleos dignos, muchos jóvenes se ven obligados a migrar o a aceptar trabajos informales que ofrecen poca estabilidad.

El COHEP ha implementado programas de formación y empleabilidad para jóvenes, pero la demanda sigue superando la oferta. “Sin experiencia, es imposible conseguir un buen empleo, pero sin empleo, no se puede obtener experiencia,” comenta cualquier joven recién graduado que, como muchos otros, enfrenta un ciclo frustrante y limitante.
El camino hacia el trabajo decente en Honduras es complejo y requiere un compromiso sólido de todas las partes involucradas. Los cuatro pilares del trabajo decente (entorno institucional sostenible, acceso a un empleo justo, protección social y diálogo inclusivo) deben ser ejes fundamentales en la agenda nacional.
Un trabajo decente no solo beneficia a quienes lo tienen, sino que también fortalece el tejido social y contribuye al desarrollo integral del país.
La visión de un mercado laboral justo, equitativo y digno es alcanzable. La pregunta ahora es si estamos dispuestos a hacer lo necesario para llegar allí. Para Honduras, un país lleno de potencial y resiliencia, este es un objetivo que debe, y puede, ser alcanzado.
